Por Andrea Troyo
Consultora en Desarrollo Organizacional y Comunicación Interna para empresas mexicanas, internacionales y familiares.
23 de febrero de 2025
En México, menos del 8% de las posiciones de alta dirección son ocupadas por mujeres (Credit Suisse). Esta cifra no solo representa una brecha de equidad, sino que también señala una oportunidad significativa para las organizaciones mexicanas.
Los datos son contundentes:
- 21% más rentabilidad en empresas con mujeres en posiciones de liderazgo (McKinsey)
- 87% mejor toma de decisiones en equipos diversos (APA Work and Wellbeing)
- 70% más probabilidad de capturar nuevos mercados (Gallup)
- 5.4 veces mayor retención de talento (Great Place to Work)
¿Qué nos detiene?
Las principales barreras incluyen sesgos inconscientes en selección y promoción, la falta de programas de mentoría, culturas que no favorecen el balance vida-trabajo, redes de networking tradicionalmente masculinas, y estereotipos sobre el liderazgo y la toma de decisiones.
El camino hacia el cambio…
Las organizaciones tienen el poder de liderar este cambio estableciendo metas claras de representación, desarrollando programas de liderazgo inclusivo e implementando políticas que favorezcan el balance vida-trabajo. Los líderes juegan un papel fundamental al revisar los procesos de selección y promoción, crear espacios seguros para el diálogo y modelar comportamientos inclusivos. Como colaboradores, todos podemos contribuir cuestionando los sesgos, apoyando el talento femenino y siendo aliados activos del cambio.
El talento no tiene género, y las organizaciones que lo entienden no solo son más equitativas, sino que también son más innovadoras y están mejor preparadas para el futuro.
Este 8M nos invita a hacer consciente esta realidad y a reflexionar sobre nuestro papel en el cambio. Impulsar una mayor representación femenina en el liderazgo no es una iniciativa de un día, es un compromiso continuo que requiere acciones constantes y medibles durante todo el año. El momento de actuar es ahora.